En todo el mundo, las mujeres sostienen gran parte de la vida cotidiana a través del trabajo de cuidado no remunerado. Se estima que realizan tres cuartas partes de estas labores, dedicando en promedio más de cuatro horas diarias a tareas como la crianza, el cuidado de personas mayores o con discapacidad y el mantenimiento del hogar. Sin embargo, aunque invisibles en las cuentas nacionales, estas actividades tienen un enorme peso económico: si fueran remuneradas, equivaldrían al 9% del PIB mundial, es decir, alrededor de 11 billones de dólares cada año.
En América Latina, este aporte representa entre 15,7% y 24,2% del PIB, lo que muestra la magnitud de un trabajo que permanece sin reconocimiento formal. Las consecuencias de esta desigualdad son profundas. La Organización Internacional del Trabajo calcula que 708 millones de mujeres están fuera de la fuerza laboral por razones de cuidado, lo que significa una pérdida de talento, innovación y crecimiento económico para los países.
Esta paradoja se agrava en un contexto donde las tasas de fecundidad descienden y los países enfrentan el desafío de sostener sus economías con poblaciones más reducidas y envejecidas. Aun así, en lugar de generar condiciones que permitan a las mujeres conciliar la maternidad y los cuidados con el empleo, los sistemas laborales tienden a castigarlas.
Este panorama global nos recuerda una verdad esencial: la economía de los cuidados sostiene al mundo, pero limita las oportunidades de millones de mujeres.
En Costa Rica, los datos son igualmente alarmantes, las mujeres enfrentan barreras estructurales y de género que limitan su acceso, permanencia y calidad de empleo. No se trata de excepciones: son patrones que atraviesan a madres, jóvenes, trabajadoras rurales y mujeres de bajos ingresos.
Participación laboral femenina rezagada
Costa Rica está renunciando a más de la mitad de su talento femenino. Apenas el 44,8% de las mujeres en edad de trabajar tiene empleo: la tasa más baja de toda la región y muy por debajo de los promedios mundial (49%), de América Latina (52%) y de la OCDE (53%). En términos reales, significa que 1,16 millones de mujeres —más de la mitad de la fuerza laboral femenina potencial— están fuera del mercado, sin trabajar ni siquiera buscar empleo. Cada una de ellas representa un talento perdido que el país decide no aprovechar.
Madres en desventaja laboral
En Costa Rica, la maternidad es prácticamente una condena laboral. El Programa Estado de la Nación (PEN) muestra que, aunque el 73% de las mujeres en edad de trabajar son madres, apenas el 38,8% logra insertarse en el mercado, frente al 45,2% de las mujeres sin hijos. Y cuando acceden a un empleo, no es en igualdad de condiciones: la mayoría queda atrapada en ocupaciones informales, no calificadas o con jornadas reducidas. No es por elección, sino porque esos son los únicos espacios que “permiten” combinar maternidad con ingresos. En realidad, no son trabajos conciliadores, sino empleos que castigan con menos ingresos y sin protección social.
Trabajo doméstico y de cuidado no remunerado (TDNR)
El valor de estas labores invisibles es gigantesco: en 2022 equivalieron al 21,3% del PIB costarricense (9,6 billones de colones). Pero ese peso recae de forma desigual. Las mujeres realizan el 67,2% del TDNR, dedicando 40 horas semanales frente a las 17 de los hombres.
La brecha de 23 horas supera incluso el promedio de la OCDE (15 horas). La desigualdad empieza temprano: las niñas de 12 a 17 años dedican ya 18 horas a estas tareas, frente a 13 de los niños. Esta sobrecarga se traduce en una “doble jornada” para miles de mujeres que, además de trabajar fuera, sostienen el hogar en silencio.
Jóvenes en situación de exclusión
La realidad para las nuevas generaciones tampoco es esperanzadora. El 28% de las mujeres jóvenes (15 a 29 años) no estudia ni trabaja: casi el doble del promedio de la OCDE (15%) y 1,7 veces más que los hombres de la misma edad. Cada una de ellas es una trayectoria educativa y/o laboral interrumpida, una oportunidad perdida para el aprovechamiento del talento humano.
Desigualdad territorial y socioeconómica
Las brechas se profundizan en contextos de pobreza y ruralidad. En zonas rurales, la informalidad laboral femenina llega al 52%, frente al 49% de los hombres y al 35% de las mujeres urbanas.
En los hogares de bajos ingresos, más del 80% de las mujeres entre 25 y 34 años está fuera del mercado laboral por responsabilidades de cuidado. Es decir, cuanto más pobres y más alejadas de los centros urbanos, mayores son las barreras de la exclusión.
Lo que hemos hecho
En Fundación Caricaco tenemos muy claro que incorporar a más mujeres al mercado laboral no es solo una cuestión de equidad, sino una condición esencial para el crecimiento económico y para alcanzar nuestra meta de reducir el desempleo juvenil a la mitad en Costa Rica para 2030. Sabemos que las estadísticas reflejan una realidad compleja: menos de la mitad de las mujeres en edad de trabajar participa en el mercado laboral, y las jóvenes y madres enfrentan barreras adicionales que frenan su empleabilidad.
Conscientes de esta realidad, hemos tomado medidas concretas dentro de nuestros programas:
- Ampliamos los rangos de edad de admisibilidad en mujeres, para que más jóvenes puedan acceder a oportunidades educativas y laborales.
- Mapeamos barreras al empleo en nuestras y nuestros estudiantes, con el objetivo de detectar tempranamente factores que ponen en riesgo la permanencia de las mujeres en los programas y generar alertas que permitan darles seguimiento antes de que ocurra la deserción.
- Establecimos cuotas de género en las becas otorgadas, asegurando que las mujeres jóvenes tengan mayor acceso a formación y acompañamiento que impulse su transición hacia empleos formales y de calidad.
Estas acciones reflejan nuestra convicción: no hay posibilidad de avanzar hacia un país con menos desempleo juvenil si no reducimos, al mismo tiempo, la brecha de participación laboral de las mujeres. Por eso, en cada decisión y cada programa, incorporamos la evidencia y los datos que muestran la urgencia de sumar a las mujeres jóvenes a la fuerza laboral.
Lo que llamamos a otros/as a hacer
Desde Fundación Caricaco tenemos la convicción de que ninguna estrategia para reducir el desempleo juvenil será efectiva si no se abordan de frente las barreras que enfrentan las mujeres para incorporarse al mercado laboral. Por eso, hacemos un llamado urgente a todos los actores (sector público, sector privado, sociedad civil y ciudadanía) a sumar esfuerzos y comprometerse con cambios estructurales que hagan posible la igualdad real.
Invitamos a:
- Aliarse con nosotros: si desarrollan soluciones de empleabilidad que atiendan directamente las barreras de las mujeres jóvenes, queremos escucharlas y construir juntas y juntos.
- Avanzar en políticas públicas transformadoras: que permitan conciliar la maternidad y las responsabilidades de cuidado con el trabajo formal remunerado, creando condiciones dignas para que más mujeres puedan participar en la economía.
- Asumir colectivamente los cuidados: entender que las tareas de cuidado no son responsabilidad exclusiva de las mujeres, sino de toda la sociedad.
Un paso fundamental es socializar el conocimiento sobre la economía de los cuidados y el trabajo no remunerado. Estos conceptos reflejan el valor económico (muchas veces invisibilizado) de actividades esenciales como la crianza, la limpieza y el cuidado de personas mayores o con discapacidad.
En Costa Rica, el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado equivale a más del 20% del PIB. Imaginemos por un momento que esas 1,16 millones de mujeres costarricenses fuera del mercado laboral tuvieran acceso a empleos dignos.
No estaríamos hablando solo de más ingresos en los hogares, sino de un salto en innovación, en competitividad y en bienestar para todo el país. Hoy, al excluirlas, Costa Rica está renunciando voluntariamente a más de la mitad de su potencial humano. Es un lujo que ningún país puede darse.
La exclusión laboral femenina no es solo injusta: es un suicidio económico colectivo. La pregunta es: ¿vamos a seguir dejando de lado el talento de las mujeres o vamos a decidir, de una vez por todas, incluirlo para construir un futuro mejor?

